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Omar Ben Hafsunt


Omar Ben Hafsunt, el personaje de nuestro entorno

http://www.rtve.es/alacarta/videos/arqueomania/arqueomania-capitulo-5/1270112/

Omar Ben Hafsún nació en la región de Parauta, provincia de Málaga, durante el emirato independiente de Córdoba. Fue un guerrillero andalusí de origen hispano-godo, que organizó y acaudilló una rebelión (880–918) contra el Emirato Omeya de Córdoba (Emirato de Córdoba). En la última fase de su rebelión se hizo bautizar recibiendo el nombre cristiano de Samuel (899).
Descendiente de una familia de terratenientes musulmanes de origen nobiliario godo, uno de cuyos abuelos se había convertido al islam. De este modo, Omar por nacimiento era muladí (nombre que recibían los descendientes de los cristianos convertidos al islam), no era mozárabe (los de los hispano-godos que continuaron siendo cristianos); momento a partir del cual se le puede denominar converso (desde la perspectiva islamista) o renegado (desde la perspectiva cristiana)
El origen de cómo Omar se convirtió en un rebelde, según recoge el escritor Jorge Alonso García, está en un incidente que le ocurrió cuando descubrió que un pastor bereber le estaba robando el ganado a su abuelo, Ya`far ibn Salim. Omar se enfrentó a él, matándolo. Tras este asesinato, Omar hubo de esconderse en la sierra del Alto Guadalhorce, (Desfiladero de los Gaitanes), refugiándose en las ruinas de un viejo castillo que será el inexpugnable Bobastro, dado que él sabía que sería perseguido por los justicieros bereberes.
Bobastro. Con el apoyo de su tío Muhadir consiguió reunir una partida de mozárabes, muladíes e incluso beréberes descontentos con la aristocracia de origen árabe dominante, y dando muestras de lo que después fuera probado en multitud de contiendas, es decir sus grandes dotes de estratega militar, Omar, como primera medida reforzó y mejoró las defensas del castillo de Bobastro, en el norte de la provincia de Málaga, haciéndolo prácticamente inexpugnable, como se demostraría a lo largo de los más de cuarenta años que resistió los envites de los Omeyas. Sus huestes se hicieron muy poderosas y numerosas y luchaban con gran valentía en clara rebeldía contra el poder de los emires de Córdoba. Su soldadesca le llamaba cariñosamente “El capitán de la gran nariz”. Allá por donde pasaban, las gentes vitoreaban a Omar y a sus hombres, por lo que el emir de Córdoba, Muhammad I, le perdonó y lo tomó como guardia personal a su servicio y junto al general Hashim ibn Abd al-Aziz participó en duras batallas, como la de Pancorbo, donde demostró su bravura ante el enemigo. Pero lejos de obtener un reconocimiento a su valía y a la de sus hombres, Omar era menospreciado e insultado por los altos mandatarios del emirato, llegando incluso a faltarles la comida o, en su defecto, cuando se la hacían llegar, ésta no reunía las mínimas condiciones. Rebelándose contra el emir, conquistó un gran territorio. La supremacía militar de Omar se mostraba imparable; este grandioso despliegue militar le llevó a apoderarse de fortalezas como las de Comares y Mijas. El emir Al-Mundir, hijo de Muhammad, mandó su ejército, pero sólo recuperaron Iznájar, en 888, por lo que el emir en persona decide partir al frente de sus tropas y asedia Archidona donde los muladíes se rinden siendo ejecutados los defensores mozárabes. Lo mismo ocurre en Priego que también es recuperada por los omeyas.
Tras estas victorias el emir puso cerco a Bobastro, provocando que Ibn Hafsún firmase un pacto con el rey: su rendición a cambio de la amnistía, pero rompió la tregua cuando el emir ya se retiraba, por lo que Al-Mundir volvió al asedio, enfermando y muriendo, sucediéndole su hermano Abdallah. Durante el emirato de Abdallah las rebeliones internas en Al-Andalus se sucedieron, Omar ben Hafsún aprovechó para firmar alianzas con otros rebeldes y tomar Estepa, Osuna y Ecija en el año 889, conquistando Baena masacrando a sus defensores por lo que Priego y el resto de la Subbética se rinden sin luchar y sus tropas hacen incursiones cerca de la capital, Córdoba. Era un amplio estado, desde Elvira y Jaén por el oeste y por el este hasta la región de Sevilla, y llegando incluso hasta Córdoba.
En el cenit de su poder, Omar Ben Hafsún dominaba las provincias de Málaga y Granada (donde el Emirato tuvo que reconocerle oficialmente como gobernador) y tenía intensas relaciones con los rebeldes de Jaén. En su lucha contra los Omeyas le apoyaron sobre todo los bereberes y los mozárabes. Instaló un obispo cristiano en Bobastro y construye allí una iglesia convirtiéndose al cristianismo en el año 899 adoptando el nombre de Samuel, e intentando también el reconocimiento de su estado por el rey asturiano Alfonso III. El Emirato consiguió aislarle en gran parte formando una coalición con los Banu Qasi, una importante familia muladí en la Marca Superior. Abdallah le derrotó el 16 de mayo del año 891 en Poley (el nombre árabe de Aguilar de la Frontera, situado en el sur de la provincia de Córdoba) y allí comenzó su declive. Su bautizo le restó partidarios, pero continuó la lucha desde su fortaleza de Bobastro, hasta su muerte en el año 917.
Su hijo Suleyman pudo sostener Bobastro contra Abderramán III hasta 928, primer calífa omeya de Cordoba, Los Omeyas, eran un clan de la tribu de Quraysh, de La Meca, fueron un linaje árabe que ejerció el poder califal, primero en Oriente, con capital en Damasco, y luego en al-Ándalus, con capital en Córdoba. Abderramán III; gobernante cruel y despótico que cometió horribles crímenes, se entregó desvergonzadamente a los placeres y al que importó muy poco el derramamiento de sangre. La Crónica anónima de Muhámmad al-Násir resume así su reinado: “Conquistó España ciudad por ciudad, exterminó a sus defensores y los humilló, destruyó sus castillos, impuso pesados tributos a los que dejó con vida y los abatió terriblemente por medio de crueles gobernadores hasta que todas las comarcas entraron en su obediencia y se le sometieron todos los rebeldes”. Derrotado en la batalla de Simancas por Ramiro II de León (939), fue incapaz de reducir a los reinos cristianos del norte de España. A su muerte dejó por legado un poderoso Califato forjado por la fuerza de las armas, uno de los Estados más poderosos del Occidente europeo, que, sin embargo, se derrumbó en poco más de medio siglo.
Finalmente el clan de los Hafsún tuvo que irse al exilio la rebelión fue reprimida. A su hija, Santa Argentea, se la recuerda en la Iglesia Católica como virgen y mártir.

Posted on by Carlos Gomez
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